QUINTO - FRENTE NACIONAL
12.09.2014 04:43RECUERDA QUE ESTE ARTICULO LO DEBES IMPRIMIR PARA TRABAJARLO EN CLASE
Por Óscar Alarcón Núñez
Tomado de:
Revista Credencial Historia.
(Bogotá - Colombia).
Edición 201. Septiembre de 2006
En la primera de esas administraciones, la de Mariano Ospina Pérez, fue el asesinato de Gaitán; el homicidio en el congreso del representante liberal Gustavo Jiménez, en donde quedó mal herido el ex ministro Jorge Soto del Corral, a consecuencia de lo cual falleció; el cierre del congreso y el asesinato, por confusión, de un hermano de Darío Echandía, de gran parecido con el líder liberal, y quien era el candidato del partido. Y fue también en esa administración cuando el ministro de Justicia, José Antonio Montalvo, habló de defender ese gobierno “a sangre y fuego”. Todos esos acontecimientos determinaron que el liberalismo no participara en los comicios del 27 de noviembre de 1949 que eligieron a Laureano Gómez, sin contrincantes. Las administraciones de Laureano Gómez y Urdaneta (primer designado, que ocupó en 1951 la presidencia por enfermedad del titular) se caracterizaron también por ser monolíticamente conservadoras no solo en la burocracia de ministerios y gobernaciones, sino también en sus actitudes, tanto que turbas de sus simpatizantes incendiaron las instalaciones de los periódicos liberales El Tiempo y El Espectador, así como las de la sede del partido de oposición, y las residencias de sus dirigentes Alfonso López Pumarejo y Carlos Lleras Restrepo, ante la mirada benévola del gobierno. Los jefes liberales debieron exilarse en el exterior.
Dictadura y Frente Civil
La anunciada iniciación del trámite de una reforma, considerada y calificada de “fascista”, en la llamada Asamblea Nacional Constituyente, patrocinada por el ejecutivo y contraria a los postulados del liberalismo, precipitó la caída del gobierno de Gómez y Urdaneta y la toma del poder por el comandante de las Fuerzas Militares, general Gustavo Rojas Pinilla, con el apoyo de un sector del conservatismo encabezado por Mariano Ospina Pérez y Gilberto Alzate Avendaño. Si bien el gobierno de Rojas Pinilla, al inicio, fue aceptado con beneplácito por la opinión pública, y aun por conservadores laureanistas que hicieron el tránsito de la administración anterior a la nueva sin romperse ni mancharse, la desinstitucionalización del país y los hechos de violencia que siguieron produciéndose hicieron que un hombre de la trayectoria y de la respetabilidad de Alfonso López Pumarejo lanzara la propuesta, el 25 de marzo de 1954, de buscar una salida bipartidista al régimen militar existente que permitiera el retorno a la democracia. Dos años después, el 2 de marzo de 1956, la concretó y habló de una reforma constitucional que estableciera un gabinete de coalición con representación proporcional de todos los grupos y sugirió, por primera vez, un candidato conservador con apoyo liberal en cambio del general Rojas Pinilla.
El ex presidente Alberto Lleras, quien reemplazó a López Pumarejo luego de su renuncia en 1945, y quien acababa de hacer dejación de la secretaría general de la OEA, tomó las banderas de esa lucha y se fue a España a buscar en el exilio al derrocado ex presidente Laureano Gómez para conseguir con ese caudillo conservador el fin de la dictadura militar y el regreso a las instituciones democráticas. Con humildad y con grandeza el liberalismo le ofreció a su anterior oponente un gobierno compartido y en igualdad de condiciones, como si fuera cierto aquello del millón de cédulas falsas, que fue una leyenda que exponía Laureano Gómez con reiterada insistencia para justificar los triunfos liberales luego de la hegemonía conservadora. En una población de España cercana a Alicante, el 24 de julio de 1956, los dos jefes, enemigos en otras épocas, firmaron la que se conoció como Declaración de Benidorm que dio comienzo a lo que se llamó en sus comienzos como el Frente Civil.
Allí nació el Frente Nacional, cuando en esa nación gobernaba Franco. El Liberalismo hizo perdón y olvido con tal de buscar la paz y retornar a la democracia. Coincidencialmente, veinte años después los mismos españoles debieron hacer lo mismo, perdonar y olvidar, al adoptar la Constitución de 1978. Todo gracias a un rey, don Juan Carlos, y a un pueblo deseoso de “ingresar” a Europa. Por eso el ingenio popular ha dicho que fue don Juan Carlos el rey más barato del mundo: solo costó un Franco.
El 10 de mayo de 1957 cayó la dictadura de Rojas Pinilla, quien, tras su renuncia, dejó en el gobierno una Junta Militar de cinco miembros, los generales Gabriel París, Luis Ordóñez, Rafael Navas Pardo, el mayor general Deogracias Fonseca y el contralmirante Rubén Piedrahita Arango. Caída la dictadura de Rojas, el liberalismo, encabezado por Alberto Lleras, buscó poner en práctica la Declaración de Benidorm para hallar el camino hacia la restauración del sistema democrático; pero, ante las nuevas circunstancias, debía optar por continuar las conversaciones con el ex presidente Laureano Gómez, aún en el exilio, o con los sectores ospinista y alzatista que habían colaborado con la dictadura. Prefirió seguir haciéndolo con el primero así se agudizara la división, como en efecto ocurrió. Lleras y Gómez suscribieron en una fecha que tiene mucha significación en nuestra historia, 20 de julio, lo que se llamó el Pacto de Sitges por haberse firmado en esa población española vecina a Barcelona.Como resultado de lo anterior se convocó al pueblo colombiano a votar un plebiscito en donde se disponía que las corporaciones públicas serían paritarias entre liberales y conservadores hasta 1968 inclusive y que los cargos del ejecutivo que no pertenecieran a la carrera administrativa debían reflejar equilibradamente la composición política del congreso. No se habló allí de la alternación ni de la duración de ese sistema por 16 años. Se votó el 1º. de diciembre de 1957: 4.397.090 lo hicieron a favor y 206.864 en contra.
La fuerte división conservadora hizo que el ospinismo reclamara escoger el primer turno presidencial, como contraprestación por no haber participado en las conversaciones. En las elecciones de cuerpos colegiados, realizadas el 6 de marzo de 1958, antes de las presidenciales, se demostró cómo el liberalismo había sido complaciente con su socio de coalición al tratarlo en igualdad de condiciones: obtuvo el 60 por ciento de mayoría, mientras que el conservatismo el 40 por ciento restante, dividido entre laureanistas, ospinistas y amigos de Jorge Leyva que, a pesar de su cercanía con Gómez, resolvió hacer tolda aparte por no compartir los términos del acuerdo bipartidista.Los ospinistas, que tenían como candidato a Guillermo León Valencia porque al final de la dictadura había sido un fogoso enemigo de Rojas Pinilla, vieron frustrados sus propósitos con los resultados de esos primeros comicios por cuanto no solo fueron derrotados por el laureanismo sino que sacaron ínfimos cincuenta mil votos más que los amigos de Jorge Leyva. Laureano Gómez, que por todos los medios buscaba torpedear la candidatura de Valencia, ante los hechos políticos presentados, abrió el camino para que el candidato fuera liberal y, por consiguiente, Alberto Lleras.
Las elecciones del 4 de mayo de 1958 le dieron el triunfo a Alberto Lleras con 2.482.948 frente a 616.861 votos que logró el candidato conservador Jorge Leyva, quien siguió con su tolda aparte, con el respaldo de aquellos de su partido, recalcitrantes y sectarios, que por nada del mundo se atrevieron a votar por un liberal, así se los pidiera el jefe Laureano Gómez. Lleras no solo fue el primer presidente del Frente Nacional –le dio posesión Laureano Gómez como presidente del Congreso—sino que además llegó a tener tanto poder en los años de ese sistema de responsabilidad compartida --influyó notablemente en la política y en la determinación de los candidatos a la Presidencia—que lo llamaron El Monarca. El congreso elegido en marzo, con el apoyo del gobierno, y en desarrollo de los acuerdos, aprobó una reforma constitucional, sancionada el 15 de septiembre de 1959, en donde se dispuso que en los tres períodos constitucionales siguientes, es decir hasta el que se iniciara 7 de agosto de 1974, el cargo de presidente de la República fuera desempeñado alternativamente por ciudadanos que pertenecieran a los dos partidos tradicionales, el conservador y el liberal, de tal manera que el mandatario que se eligiera para uno cualquiera de dichos períodos perteneciera al partido distinto del de su inmediato antecesor. Era, pues, una alternación de 16 años, iniciada con el liberal Alberto Lleras, gobierno llamado de Restauración Nacional, y que debía concluir con un conservador. La reforma constitucional mantenía la paridad en los cargos públicos que no pertenecieran a la carrera administrativa y también en las corporaciones públicas.En el gobierno de Alberto Lleras surgió entre los grupos de oposición al Frente Nacional el llamado Movimiento Revolucionario Liberal, MRL, dirigido por Alfonso López Michelsen, quien se hallaba en el exilio, en México. Había advertido: “Mientras mi padre desempeñara funciones directivas dentro del Estado o dentro de nuestra colectividad, yo no debía aspirar a ningún cargo de elección popular ni desempeñar función administrativa alguna”. Desaparecida esa premisa, regresó al país y comenzó a combatir el Frente Nacional por cuanto consideraba antidemocrático y contrario a los más elementales principios de participación el gobierno compartido y la alternación en el poder de los dos partidos históricos. La bandera y los propósitos de esa disidencia se resumieron en la sigla SETT (salud, educación, trabajo y techo) que eran, y siguen siendo, las metas del pueblo colombiano. Así mismo los viudos de la dictadura también iniciaron la oposición al gobierno y al sistema al tiempo que en el Congreso se realizaba el juicio político a su jefe, el general Rojas Pinilla. Resultó condenado y se le quitaron los derechos políticos, pero después se los restableció la Corte Suprema de Justicia.
Titulo: El Frente Nacional
Autor: Alarcón Núñez, Óscar
Colección: Política y diplomacia en la historia de Colombia; Credencial Historia